Lugar nuevo, gente nueva{Lucy Weasley}

Ese día sería su primer día en Hogwarts. Se sentía feliz, iba a poder ver a su hermano, Alaric, al cual no veía desde hacía mucho y con el que solo hablaba de vez en cuando vía lechuza pero no, no lo culpaba por ello, siempre que podía evitaba volver a casa durante las vacaciones y ella lo entendía, la idea de quedarse en la solitaria y fría mansión en la que habitaba su familia en Francia con la única compañia de los elfos y sin conocer a nadie de allí no era agradable, sus padres pocas veces estaban en casa ella misma lo evitaba, quedandose en Beauxbatons gran parte del año. No había nada que considerara un hogar, no lograba sentirse a gusto ni en su propia casa ni en la que había sido su escuela durante 4 años, no simplemente no le agradaba y finalmente había logrado ir a Hogwarts, no en vano sabía como ganarse con unas pocas palabras el favor de su padre y todos sabían que en la familia Mérimée él mandaba era Aaron Mérimée.

Finalmente estaba en Hogwarts, aunque no tuviese ni idea de a donde tenía que dirgirse ahora por lo que simplemente empezó a andar con tranquilidad, sabía que sus cosas se encontraban ya en su nuevo hogar por lo que eso no era una de sus preocupaciones. Llegó a lo que le parecio un lago y se sentó en el suelo, aunque sin perder ni un apice de elegancia o de porte, sabía como debía comportarse, sí algo le habían dado sus padres aparte de la vida era eso.

Una voz me sacó de mis pensamientos allí sentada como estaba pensando en como iba a preguntarle a Alaric sin que sospechará, es decir sabía mentir pero él era mi hermano y me conocía bien, demasiado bien, sabía cuando mentía y eso lo hacía difícil. Giré suavemente la cabeza hacía el lado encontrandome con una chica, fijandome en los colores de su uniforme y si no me equivocaba, y estaba segura de que no me equivocaba era Hufflepuff

-Hola-saludé intentando modular mi voz para que no sonara seco, aunque siguió siendo frío, como era habitualmente.

Escuché su pregunta y reprimí las ganas de soltar una amarga carcajada, realmente me daba cuenta de que alumnos nuevos había pocos y que me ganaría miradas curiosas, al menos los primeros días, me gustaba que me miraran, pero no mucho.

-Así es-respondí simplemente mirandola a los ojos, solía establecer contacto visual con la persona con la que hablaba, era de buena educación y porque negarlo, era útil. Ya que estaba iba a intentar aunque fuera conocer su nombre por lo que extendiendo la mano me dispuse a presentarme-Permítame que me presente, mi nombre es Terra Mérimée-me presenté, quizás de un modo muy formal, pero en mi persona no solía verse pasado de moda sino más bien era parte de mi encanto esperando que estrechara mi mano, sí, era un saludo más bien entre caballeros pero realmente no me agradaba mucho el contacto físico.

Escuché su respuesta la cual incluía su nombre, Lucy, Lucy Weasley, así que así se llamaba la chica, calculé su edad, debía de tener más o menos mi edad, sí, quizás era un año menor que yo o algo así. Su nombre a diferencia del mío era más común, me negaba a admitir que mi nombre no era normal, pero no, no lo era, ni en Francia lo era, por más que fuera un nombre francés. Noté su incomodidad, solía provocar sin que esa fuera mi intención esa reacción en la gente, pero tampoco lo corregía, lo dejaba tal cual, realmente madre no debía darse cuenta de hasta que punto la gente no se sentía comoda con esta actitud, pero me daba igual, al menos me ahorraba una sesión de Crucius, lo cual era ideal.

Escuché su pregunta con atención, no, no estaba distrída, había estado atenta para ver que hacía, si se iba o si se animaba a preguntar algo más, al parecer se había decantado por lo segundo-Quinto curso, tengo la sensación de que tiene usted más o menos mi edad, ¿No es así?-respondí suavemente, mi modo de hablar y el hablar de usted era una especie de selección, una manera de alejar aquellos que juzgaran a alguien por aquello cuando en mi opinión había cosas más importantes por las cuales juzgar a alguien, aunque sí, sabía hablar de otro modo más coloquial pero a quien intentaba engañar, este modo de hablar me salía ya solo, como el respirar mismo.